sábado, 25 de junio de 2011

La aventura de escribir (parte 1): El comienzo

Han pasado dos años y medio desde que se apoderó una historia de mí exigiendo ser contada. El momento en el que surge una necesidad como ésta varía de una persona a otra. En mi caso apareció de una manera natural: tras mantener unos tres años un diario personal literaturizado en internet (osea, un blog) en el que intentaba contar con más o menos acierto mis aventuras diarias, me llegó la inspiración. Una historia que intenté transmitir a través del blog y ya ahí necesité de cuatro entregas para completar el desarrollo de algo que había compartido con mis amigos durante un viaje, algo que llamé Reflexiones del viajero y que fui publicando en Facebook en tiempo real. En aquel blog del cual ya no queda rastro porque quedó desfasado, surgió la necesidad de continuar la historia. Definir el personaje basado en mi experiencia y contar como atravesando ciudades y países en un viaje sin más, todo ello contado en primera persona fue un reto que no pude desestimar, tan tentador como para intentarlo por lo menos.

Preguntándome si estaba preparado para escribir algo como una novela, la respuesta de mi instinto fue tajante: no podría haber encontrado mejor momento. Así me lancé a la aventura que a continuación me gustaría compartir con todos vosotros. Los que ya estéis metidos en este mundo de escritor amateur sabréis que no es un camino fácil, aunque tan placentero que pronto se vuelve una adicción incurable. Compartiendo los pasos que he seguido en esta maratoniana carrera no quiero establecer una guía, ni mucho menos. Cada persona es un mundo y cada escritor tiene un universo infinito que compartir, por ello los pasos pueden alterar el orden o ni siquiera llegar a ejecutarse. En cualquier caso, espero que mi experiencia pueda servir cuanto menos para animar a todos aquellos que se encuentren en un momento difícil del proceso.


  • Paso 1: La idea original

Aunque pueda parecer obvio, elegir cuidadosamente una buena idea es fundamental. Ésta será la base de nuestro pequeño proyecto, los cimientos de la narración y los personajes. Cada persona seguirá un proceso diferente para decidir si una idea es viable o no. Para mí, es importante dejarla madurar en la cabeza, durante tiempo, hasta que caiga por su propio peso. La mayoría de ellas estarán podridas, porque no merecían ser escritas. Otras, que a pesar de prometer mucho, estarán infestadas y es importante aprender a descartarlas antes de acababar en un callejón sin salida.

Escoger la idea que queremos desarrollar se debe hacer como la novia que elige el vestido que llevará a su boda: por instinto. Por ello es muy importante saber escucharlo, es un arma fundamental para cualquier escritor.

En la práctica es normal encontrar que 8 de cada 10 propuestas acaban autodescartadas antes de llegar a esta fase. No hay que desesperarse ni meterse prisa en la elección. Ahora nos encontramos en un momento vulnerable y no podemos ser capaces de cómo se va a desarrollar el proceso, así que será mejor que al menos lo hagamos con una idea con la que de verdad nos sintamos a gusto.


  • Paso 2: Bocetos

En este punto los más nostálgicos y románticos tomarán notas en papeles sueltos, servilletas de bares o moleskines. Los más modernos, harán anotaciones en su nuevo y flamante móvil inteligente. Sea como sea, hay que empezar a bosquejar todo: los personajes, el entorno, el ritmo, la historia, el desarrollo. Todo dependerá del nivel de detalle que queramos. Para mí, los personajes son lo primero. Todo lo desarrollo en mi cabeza porque me permite más libertad que las anotaciones, y a parte de un par de notas breves por ahí perdidas, no va nada por escrito. Empiezo a intuir como piensa el personaje, qué le pasa por la cabeza un martes por la mañana cuando se despierta en la cama, cómo se sentiría en un autobús nocturno regresando a casa a las tres de la madrugada un jueves cuando tiene que madrugar al día siguiente. Qué toma para desayunar, cuál es su fruta preferida y su mayor miedo.


Hasta que 'el alma' del personaje no es sólida, no continuo con su expresión corporal, su físico y su forma de vestir. Al tener una silueta que visualizar, lo coloco en entornos y situaciones determinadas para adivinar su reacción. Le dejo que hable, con otros y consigo mismo. Le escucho, le espío, le admiro y le dejo libre. Si tengo más personajes, comienzo el mismo procesos en paralelo para cada uno. Poco a poco descubro las interacciones entre ellos, qué tipo de conversación podrían mantener, el tono de ésta, las palabras que emplearía cada uno y como las escucharía el otro.


Es el momento de introducir escenarios. Mi obsesión con las ciudades grandes hace que esto sea relativamente sencillo: una calle, un bar, un medio de transporte. Los defino vagamente para no intimidar a los personaje ni perder la atención sobre ellos. Les veo totalmente definidos moverse por un decorado aún a base de líneas vacías y formas sin colorear. Les dejo hasta que se sientan cómodos con el entorno. Hasta ese momento no defino más.


Con los personajes y un par de decorados principales, establezco un comienzo y un par de puntos intermedios en la historia. No más. El resto será trabajo de los personajes, ellos serán los encargado de llevarme de un lugar a otro, los que realmente decidirán que hacer. Digamos que les pongo en una situación inicial desde la cual son libres de moverse a otra, sin guía ni limitaciones.

Una vez el boceto está listo, es el momento de empezar a escribir. Habrá gente a la que le guste improvisar y se siente delante del ordenador a superar el síndrome de la página en blanco sin apenas un personaje definido. Habrá otros que tengan la historia completa preparada lista para dejarse contar. Sea como sea, estas dos primeras fases pueden durar desde días hasta años. Sería raro el escritor que en su cabeza tiene una sola idea geminando. Aún así, es importante saber cuando es el momento de continuar con la siguiente etapa, antes de que nuestra historia caduque abandonada en cualquier rincón de nuestra mente.


2 comentarios:

  1. Hola Jesse,

    Este post es muy interesante. Respecto al tema de los personajes, ¿cómo encuentras el equilibrio entre desarrollar un personaje y mostrar sin contar? Estoy trabajando en un personaje en concreto y no quiero que sea un estereotipo (en este caso es un villano) pero quiero que tenga profundidad. ¿Algún consejo o técnica?

    Muchas gracias,
    S.

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  2. Stiletto, a mí personalmente me gusta cuidar la forma en la que habla un personaje para darle profundidad, al igual que cuidar pequeños detalles, como qué tipo de cerveza bebe o como le gusta el café. Espero que sea de ayuda.

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