lunes, 4 de julio de 2011

La aventura de escribir (parte 2): La disciplina

Una de las fases más exigentes en cuanto a disciplina es la escritura del primer borrador. Teniendo un trabajo a tiempo completo, al igual que una vida social y familiar, encontrar el momento oportuno para dedicar a escribir puede resultar complicado. Además, necesitamos un mínimo de tranquilidad e inspiración para estar contentos con lo que escribimos.

Esta fase se puede llegar a extender más allá de un año si no somos capaces de centrar nuestras energías en completarla lo antes posible. Las épocas de dificultades exteriores también nos afectaran: momentos de más estrés en el trabajo, malas noticias, situaciones complicadas en nuestra vida personal. Por ello, el mejor consejo que se puede dar en esta fase es: escribe, no importa de dónde tengas que sacar las energías, escribe todas las semanas.

  • Establecer un mínimo de palabras
En la jerga de escritores, los textos se miden en palabras. Al principio puede resultar demasiado abstracto, sin embargo, enseguida nos encontraremos cómodos empleando esta metodología. La razón de contar en palabras y no en páginas es muy sencilla: el número de páginas vendrá determinado por el formato de impresión. Por norma general, una media de palabras/página que podemos emplear son 250. Sin embargo esto se correspondería con un formato de bolsillo y una fuente mediana.

Para determinar el ritmo de escritura, mi consejo es establecer un mínimo de palabras semanal en lugar de diario, ya que así se pueden esquivar de forma más ágil los imprevistos diarios. Así, un buen punto de partida sería forzarse a escribir entre 2.000 y 6.000 palabras semanales.

Una novela de narrativa suele contener entre 60.000 y 75.000 palabras. De esta forma nos podemos hacer una idea del tiempo que tardaremos en escribir el primer borrador. Hay géneros que por normal general se suelen exceder, como la ciencia ficción y la fantasía. Otros, por el contrario, pueden considerar una novela a partir de 50.000 palabras. En cualquier caso, estaríamos hablando de entre 10 y 30 semanas de escritura intensiva.

  • Encontrar un momento para escribir
No hay una fórmula mágica para determinar el mejor momento para escribir. Mientras unas personas son más activas por la mañana y prefieren levantarse antes para aprovechar ese tiempo, otras están más dispuestas a sacrificar alguna hora de sueño aguantando despiertos por la noche. Una cosa que personalmente me resultó práctica fue establecer un mínimo número de horas semanales que quería dedicar a escribir. Una vez establecidas, entre seis y ocho, hice una lista con todas las cosas habituales y cuánto tiempo a la semana consumían: trabajo, transporte, sueño, gimnasio, ver la tele, leer, limpieza de la casa, etc. Una vez que tuve todas ellas listadas resultó más sencillo ver cuáles podían ser sacrificadas a favor de escribir.

Así intenté dedicar dos días entre semana un par de horas a escribir y, en el fin de semana, encontrar otras tres o cuatro horas, lo cual siempre resultaba más sencillo. De esa forma, era fácil alcanzar mi objetivo semanal de escribir entre 2.000 y 6.000 palabras.

  • Encontrar un espacio para escribir
Conseguir un espacio en el que poder aislarnos del mundo para centrarnos en nuestra historia resulta vital. Al principio intenté llevarme el portátil arriba y abajo, a una cafetería mientras tomaba café, a un pub tranquilo mientras tomaba una pinta y escribía al lado del fuego en una buena chimenea. Al final encontré que mi casa, mi salón, era mi espacio para escribir. El entorno era tan familiar que no daba pie a distracciones, además, al vivir solo podía elegir en todo momento el nivel de ruido de fondo. La elección de la música también resulta importante, o al menos la decisión de si se quiere escribir con música de fondo. La música instrumental sin letra fue mi predilecta, en general con un tempo tranquilo y cierta facilidad para ser ignorada. La música demasiado invasiva terminaba por desconcentrarme.
Quizás en ocasiones podemos elegir una música ambiente que esté relacionada con lo que estemos escribiendo y nos ayude a poner un poco de emoción al texto. Por ejemplo, si nuestro personaje está evocando una canción en concreto o la acción se desarrolla en un entorno fácilmente reproducible, como una ópera o una verbena.

  • Adaptarse al tempo
Habrá días que nada más tocar las teclas seamos capaces de vomitar 2,000 palabras sin apenas respirar. Otros tendremos problemas para escribir apenas 400. La inspiración determina en muchas ocasiones la cantidad de texto que somos capaces de escribir. Factores como el estrés o el cansancio, las distracciones y las preocupaciones, pueden afectar a nuestro estado y convertirse en un obstáculo. Sin embargo, para eso hemos definido horarios. Si un día no somos capaces de escribir mucho, antes de tirar la toalla es mejor quedarse delante de la pantalla. Intentarlo una vez más. A veces, se consigue aprovechar esos minutos al superar la inercia negativa inicial completando más palabras de las que nos hubiésemos imaginado. Por ello es tan importante tener una disciplina estricta.


Por último, simplemente me queda por mencionar algunos consejos sueltos que descubrí con el tiempo que me ayudaron, como intentar escribir siempre a las mismas horas haciendo de ello una rutina, no dejar una semana sin escribir para no perder el ritmo, hacer un descanso justo antes y después de escribir donde reconectar con los personajes y revisar mentalmente lo escrito en el día.

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