miércoles, 30 de junio de 2010

Entre Uno y Otro. Primera parte: La llegada furtiva

La pantalla informaba que tenía un mensaje sin leer de uno de sus amigos. Abrió la tapa del móvil y le dio a aceptar: “Está aquí, anoche le vimos. Nos dijo que acababa de llegar, nadie se atrevió a preguntarle por ti.”

Una mezcla de emociones subió desde la boca del estómago hasta su cara, calentando ésta y haciéndole ponerse rojo sin estar pasando vergüenza. No pudo esperar a dejar que la situación se enfriase en su cabeza y se fue directo a escribir un mensaje nuevo.

Uno: "Me acabo de enterar que anoche te vieron por aquí, al parecer te ha visto todo el mundo menos yo... ¿es que no te apetece verme?"

Sostuvo el teléfono en la mano un momento tras enviar el mensaje con la esperanza estúpida de una respuesta inmediata. Al final se lo acabó guardando en el bolsillo del pantalón y se marchó hasta la boca de metro que tenía más a mano. Al llegar a su destino, salió con más prisa que ninguno. Los minutos sin cobertura fueron como una tortura en la que no pudo evitar preguntarse a cada instante si tendría la respuesta esperando al recuperar la señal. Sin embargo, la pantalla vacía indicaba que nada nuevo había llegado al regresar a la superficie. Algo le decía que no recibiría contestación. Escribió de nuevo mientras caminaba, antes de alcanzar el portal.

Uno: "No puedo entender por qué estamos así, me gustaría hablar contigo, sobre todo sabiendo que estás aquí. Creo que han sido una serie de malos entendidos. ¿No crees?"

Arriba, entró directo a su cuarto y soltó todo lo que llevaba en las manos sobre la cama, largándose a la ducha sin esperar nada más. Después del día de trabajo y las noticias que acababa de recibir, la necesitaba más larga y caliente de lo habitual. Al regresar a la habitación, la luz intermitente indicaba que había un mensaje esperando a ser leído. Respiró hondo, podría ser cualquiera que no fuese Otro. No fue así.

Otro: "Parece mentira que no sepas a estas alturas donde estoy. Claro que podemos hablar."

Después de dar un par de vueltas, miró fijamente el aparato sintiendo como le devolvía la mirada. Respondió antes de que fuese demasiado tarde, las manos le temblaban.
Uno: Bueno, no sé. Últimamente estoy un poco perdido. ¿Podríamos quedar mañana a tomar café? Di lugar y hora.

Convencido de que la nueva respuesta tardaría en llegar, salió de allí olvidándose del móvil hasta que volvió, pasada la medianoche. No encontró la más mínima. Pasó la noche dando vueltas en la cama, saltando de un lugar a otro en sueños persiguiendo a Otro de ciudad en ciudad.

El aroma del café inundó la habitación por la mañana, su compañero de piso estaba en la cocina, entraba antes que él a trabajar. El teléfono seguía en un silencio que le incomodaba, aunque el pobre no tuviese culpa de nada. Se lanzó sobre él y llamó antes de despertarse lo suficiente como para arrepentirse de lo que estaba haciendo. Después de cinco largos tonos colgó y volvió a marcar, no quería que saltase el buzón, ni mucho menos escuchar el mensaje personal con su voz. Colgó después de seis tonos más sin respuesta.

Continua en Entre Uno y Otro. Segunda parte: Hablemos, por favor.

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