[Extraído del Capítulo 3 de Un ángel disfrazado de fantasma]
Sentado en la mesa miraba la silla vacía a mi lado e intentaba
espantar la silueta de su ausencia, no era tarea sencilla. Cogí el
teléfono y sin dudarlo le llamé. Sabía que él estaba pensando en
mí en ese momento y necesitaba en cierto modo relajar un poco la
tensión emocional que se me estaba acumulando. No quería echarme a
llorar antes de subir al avión, aunque la necesidad de soltar
ciertas lágrimas reprimidas hacía que me empezase a dar igual.
Hablamos un minuto y cuatro segundos, me deseó buen viaje y que me
lo pasase bien. Me recordó que le había prometido quedar con él
cuando volviese para contarle todo acerca del viaje. Moví mi cabeza
aunque no pudiese verme, a cada cosa que dijo, especialmente a la
parte de quedar a la vuelta.
—Estoy asintiendo
—dije cuando me preguntó por quinta vez acerca de mi respuesta—.
Te dejo trabajar, nos vemos a la vuelta. Cuídate.
Una mezcla de pensamientos y sentimientos ahogaba mi cabeza con los
efectos de la tercera pinta. Por alguna razón, creía que si bebía
suficiente alcohol podría dormir en el trayecto y despertar
directamente en mi destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario